La tecnología “está en boca de todos”, hablar sobre ella está de moda, y no solo entre las generaciones más jóvenes, con frecuencia se escucha a personas de diferentes grupos generacionales referirse sobre cierta “app” o que hicieron un maratón de películas en cierta “plataforma de streaming”. Este “estar en boca de todos”, denota que la tecnología está presente, de alguna manera, en la vida de la mayoría de hombres y mujeres de la sociedad del siglo XXI. La presencia de la tecnología en la vida es evidente, pero a la vez es objeto de numerosas controversias. La controversia que más público suele convocar, es si la tecnología es oportunidad de desarrollo humano, generación de empleo, modernización, satisfacción de necesidades, conectividad, o todo lo contrario, es una amenaza que genera retroceso humano, desempleo, flexibilización laboral, contaminación ambiental, odio hacia las minorías.
De esta manera, se podrían seguir enumerando ad infinitum situaciones a favor y en contra de la presencia de la tecnología en la vida de las personas. Sin embargo, si se toma como punto de referencia el desarrollo y retroceso humano, se puede dar una respuesta aunque sea aproximada, sobre si la presencia de la tecnología es favorable o perjudicial para las personas. Para esto, en primer lugar, se debe elucidar qué se entiende por desarrollo y retroceso humano, una vez hecho esto, se puede identificar el rol de la tecnología entorno a esta situación y sus implicancias.
En el abordaje de este tema se considera de manera central lo argumentado por Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritatis (2009). Pero también se estima importante, para brindar solidez argumentativa, lo aportado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual se lo juzga autoridad en este tema.
Este Programa (PNUD), creado el 1 de enero de 1965, tiene la función de contribuir a la mejora de la calidad de vida de las naciones; define al desarrollo humano como:
(…) proceso conducente a la ampliación de las opciones de que disponen las personas. En principio esas opciones pueden ser infinitas y pueden cambiar a lo largo del tiempo. Pero a todos los niveles de desarrollo, las tres opciones esenciales para las personas son: poder tener una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos y poder tener acceso a los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso. (Informe sobre Desarrollo Humano; México, PNUD, 1995)
A estas opciones esenciales, de acuerdo al último informe sobre el desarrollo humano (2020), hay que sumar el desarrollo sostenible que permita el cuidado del medioambiente.
Ante esta noción de desarrollo humano, Benedicto XVI en su encíclica propone una de carácter más amplio desde el punto de vista antropológico. Dado que no solo estima relevante el bienestar físico, psicológico, económico y ecológico, sino que también considera otras dimensiones del ser humano:
(…) el auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones. Sin la perspectiva de una vida eterna, el progreso humano en este mundo se queda sin aliento. Encerrado dentro de la historia, queda expuesto al riesgo de reducirse sólo al incremento del tener; así, la humanidad pierde la valentía de estar disponible para los bienes más altos, para las iniciativas grandes y desinteresadas que la caridad universal exige. (Benedicto XVI; Caritas in veritate, La caridad en la verdad; pts. 1-7)
El Papa Emérito, profundizando en esta noción, agrega que el objetivo del desarrollo unitario, que concierne todas las dimensiones del ser humano, es desde el punto de vista económico, la participación activa y en condiciones de igualdad en el proceso económico internacional de las naciones; desde el punto de vista social, la evolución hacia sociedades solidarias y con buen nivel de formación; desde el punto de vista político, la consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad y paz (Cfr. Ídem. pt. 21).
A partir de ambos aportes, se puede precisar en la noción de retroceso humano por exclusión, puesto que si el desarrollo humano se entiende como el bienestar físico, psicológico, económico, ecológico, espiritual y la participación activa, igualitaria y solidaria en materia económica, política y cultural en libertad y paz; el retroceso humano es el proceso que genera la ampliación de las desigualdades e injusticias sociales, económicas, políticas, culturales. Conduciendo al detrimento de la dignidad de la persona, de su libertad y sus condiciones de vida materiales y espirituales. Fomentando un sistema socio-económico-cultural sin ética y en el que se beneficia a unos en perjuicio de otros.
De modo que, al abordar la tecnología desde el desarrollo y retroceso humano, se pone de manifiesto su carácter “fenoménico multidimensional”. Dado que, la tecnología al no darse naturalmente ni por sí misma, no es un fenómeno inscrito de forma predeterminada en la historia. Todo lo contrario, surgió como consecuencia de sucesos y cambios llevados a cabo por el hombre que devinieron en dicho fenómeno. Por lo que es en relación a lo que ha hecho el hombre, o lo que es lo mismo, es según lo que el hombre haga con ella. La tecnología es, entonces, un fenómeno humano que comprende y se relaciona con las dimensiones que integran personalmente al ser humano, así como las esferas en las que este interactúa. Por ejemplo, el fenómeno tecnológico contribuye al bienestar social, facilitando las comunicaciones, y, al mismo tiempo, genera exclusión entre aquellos que no detenten los medios para participar del fenómeno tecnológico, afectando su bienestar personal y participación en la vida social y cultural. Esto demuestra, cómo el fenómeno tecnológico puede generar efectos tanto a nivel personal como social, cultural y económico, por nombrar algunos. De allí, la relevancia de su rol en el desarrollo o retroceso humano. Sin embargo, como se señaló antes, el fenómeno de la tecnología no surge de un proceso natural, no se da por sí mismo, sino que aparece por obra del ser humano, de manera que, el fenómeno de la tecnología será causa de retroceso o desarrollo humano, dependiendo de cómo y para qué el hombre la utilice. Así se deduce, que si el hombre la orienta hacia un fin totalmente económico y técnico, la tecnología no será causa de desarrollo humano, sino solo de un desarrollo economicista y tecnocrático que solo considere ciertos aspectos del ser humano, es decir, generará retroceso humano.
En cambio, si se la orienta con vistas a mejorar la calidad de la persona en su totalidad, permitirá el desarrollo unitario y pleno del ser humano y de la sociedad. Esto significa, que la tecnología para conducir hacia un desarrollo unitario e íntegro, debe estar orientada por acciones humanas éticas. De manera tal, que se fije un cómo y un para qué, un método y fin, que aseguren el mejoramiento de la persona y la sociedad en sus múltiples dimensiones: psicofísica, social, política, económica, educativa, cultural, ecológica, religiosa, espiritual y moral.
En conclusión, como se ha señalado, la tecnología no es un fenómeno que se produzca por sí mismo, o por fuerzas anónimas e impersonales o por estructuras independientes a la voluntad humana. Precisamente, cuando se la entiende de ésta manera se pierden los criterios para valorarla y orientarla. Ya que la tecnología, al fin y al cabo, es según el modo que el hombre la realice, es decir, es una realidad humana. Por lo tanto el hombre, todos los hombres, deben comprometerse éticamente para favorecer una orientación de la tecnología personalista, comunitaria y fraterna que esté abierta a la trascendencia, para que así conduzca a un desarrollo humano integral y a una integración planetaria en la fraternidad.
Por Bruno Leandro Ponferrada – Profesor en Filosofía y Técnico en la Gestión de Recursos Humanos
27/06/21
Fuentes:
Benedicto XVI; Caritas in veritate, La caridad en la verdad; Ed. San Pablo, 1a edición; Argentina 2009.
Informe sobre Desarrollo Humano; México, PNUD, 1995. Recuperado de:
http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_1995_es_completo_nostats.pdf
Informe sobre Desarrollo Humano; La próxima frontera El desarrollo humano y el Antropoceno, PNUD, 2020. Recuperado de: http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr2020_es.pdf
Pontificio consejo de justicia y paz; Compendio de la doctrina social de la Iglesia; Ed. Conferencia Episcopal Argentina; 1a ed; Argentina, 2005.
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